
En
¿Qué es el budismo?, escrito en colaboración con
Alicia Jurado,
Jorge Luis Borges nos narra algunos ejemplos ilustrativos de
satori, es decir, de súbito relámpago provocado por la intuición instantánea del
koan; de entre ellos, podemos destacar el que, a juicio de Borges, es con mucho el menos oscuro y, por tanto, el más clarificador de todos.
Shen-Kuan nos cuenta Borges-, discípulo y sucesor del Patriarca,
Bodidharma, no comprendiendo al principio la doctrina de su maestro y con la intención, no obstante, de mostrarle a éste la fuerza de su fe, decide cortarse el brazo izquierdo. Bodidharma, interrumpiendo su silencio de muchos años, le pregunta qué desea. "No hay tranquilidad en mi mente responde Shen-Kuan-; hazme la merced de pacificarla". A lo que Bodidharma añade: "Muéstrame tu mente y te daré paz". "Cuando busco mi mente contesta el discípulo- no doy con ella". "Bien concluye Bodidharma-, ya estás en paz". "Shen-Kuan nos dice Borges- recibe una brusca iluminación: comprende la Verdad". No sé si el ejemplo resulta lo suficientemente clarificador, supongo que lo será mucho más para algunos lectores que para otros; pero, al menos, afortunadamente, algo sí que queda claro: Bodidharma llega en el momento justo para evitar que Shen-Kuan pierda también su brazo derecho. En el
koan la pregunta obtiene una respuesta que no corresponde a las leyes lógicas; lo propio del
satori nos cuenta Borges-, es el desdén por los esquemas racionales y la primacía de la percepción intuitiva, ajena a la que pueden suministrar los sentidos; la visión final del múltiple universo transformado en una unidad da paso a una sensación de felicidad intensa. Por tanto podemos concluir: Shen-Kuan estaba enfermo y se ha curado: esto es lo que realmente nos importa. En el Diccionario ideológico de la lengua española de
Julio Casares puede leerse la siguiente acepción: enfermedad: pasión dañosa. ¿Es el
pensar, visto lo visto, una pasión irresistible que hace daño? ¿Por qué considera Bodidharma que, extraviada la mente, Shen-Kuan tiene ante sí la paz que tanto anhela? Analogías. En
Lo indecible y el Zen en la vida de Wittgenstein,
Mario Boero nos da noticia de los múltiples trabajos sobre el filósofo austriaco que encuentran semejanzas entre su forma de entender la filosofía (entre su propia vida) y los fundamentos de la filosofía Zen. Desde
William Warren Bartley III hasta
K. S. Fann y otros, acabando en el trabajo de
John Canfield titulado
Wittgenstein and Zen, han sido muchos los que se han asomado hasta el autor del Tractatus desde el balcón oriental de un templo budista. ¿Tenía Wittgenstein por tanto conocimientos de la filosofía Zen? No, parece ser que no; a pesar, incluso, de la lectura por parte de Wittgenstein de los textos de Schopenhauer; pero la cosa no deja de tener su gracia. A los habituados al Zen no les resultarán del todo extrañas reacciones como ésta que nos recuerda Boero: "
John King cuenta que él y Wittgenstein escuchan el tercer movimiento del cuarteto de cuerdas en Si Mayor, Opus 67 de Brahms. Una vez acabada la composición King dice que Wittgenstein declara: 'Qué extraño es que en esa época los músicos se preocupan tanto por la
pata hendida'." Establecer cuál es la pasión que nos condena es misión de cada uno y a cada uno atañe la búsqueda de solución para el problema; no dudo que habrá muchos a los que no les alcance éste (o eso crean), pero otros lo sufren a flor de piel, casi al borde mismo de la locura, y desean urgente curación de sus heridas.
Ferrater Mora entiende que la tendencia última del "pensamiento" de Wittgenstein es la supresión de todo "pensamiento". "Parecía comprender perfectamente añade Ferrater- que el pensar es el mayor factor perturbador de la vida humana, que no es signo de salud, sino de enfermedad, y que esa es la razón por la cual el pensamiento no puede ser expresado adecuadamente". Y en la otra orilla, en la zona Zen,
Kakichi nos recuerda que el sentido original de la voz "zen" proviene del chino
tso-chan y quiere expresar el "no apegarse a la mente" ni "preocuparse por la inmovilidad". Es el "no tener ningún pensamiento ocasionado por las condiciones exteriores de vida" y no verse perturbado internamente. El monje Zen como bien apunta
Cayetano Lupeña- emplea la caligrafía y la pintura como una vía de curación hasta no necesitarla más.
I destroy, I destroy, I destroy, repite por su parte Wittgenstein, incansablemente, obsesivamente, porque no se pueden
construir las nubes. "Cuando Wittgenstein recuerda
Norman Malcom- inventaba un ejemplo durante sus clases con el fin de ilustrar un punto, él mismo sonreía entre dientes ante lo absurdo de lo que había imaginado". Planteada la cuestión correctamente (o llevada absurdamente hasta sus últimas consecuencias), no es de extrañar que algún alumno aventajado de Wittgenstein se diera de bruces, como Shen-Kuan, con el súbito relámpago de la intuición instantánea. Y que viera allí donde buscaba ver y, sin saberlo, ya se encontraba viendo; o que no viera nada, absolutamente nada, pero que esto también le sirviera, a su manera, para alcanzar la paz deseada.
5 comentarios
tilopa sri -
Enrique -
pini -
sólo que si no vengo por tanto tiempo, tomarán la cuestión como abandono de trabajo.
Enrique siempre vengo, aunque no comente.
sólo buscame entre entre tantos papeles que dejas abandonados.
ahora voy a poner 4, o me borra.
Cayetano -
http://www.librodenotas.com/retales/7709/agujeros-negros
Siento la brevedad pero últimamente ando un poco desconectado de la internet pública. Dejo este simple rastro: Abrazos
José Angel -